viernes, 3 de agosto de 2012

En algún lugar de Extremadura...



  
    Necesito encontrarme con él, y aunque a veces me parece sentirlo en otros lugares, sólo hay un sitio donde sé seguro que estará en su estado más puro. Me encanta adentrarme hasta allí con el coche y en medio de ese mar amarillo apagar el motor, bajarme, abrir la cancela, quitarme la ropa y sumergirme hasta la cintura en el agua helada. Entonces me apoyo en el borde de la alberca y cuando el agua se calma llega él: me envuelve, me acaricia, me asusta...

    Sólo allí me encuentro con el más absoluto silencio.

   Y cuando me abraza mi mente se eleva y vuela...  y me lleva hacia atrás, al pasado, y vuelvo a recordar momentos en el mismo escenario, cuando era una niña, cuando estaban los que ya se fueron. Y el silencio me trae sus voces y mis risas...
    
    Y le doy las gracias.

    Sumergo mi cabeza en el agua helada y me escapo de allí sin querer volver al ruido. Pero prometo volver.

    Y sé que lo haré... porque necesito encontrarme con él.

1 comentario:

  1. ¡Qué bonito! Me ha recordado a una poeta extremeña, Ada Salas y su libro "Esto no es el silencio":
    No hay nadie
    ya lo ves
    no hay nada
    y sin embargo
    esto no es el silencio.

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