Y es que tener los pies suaves es un estado del alma.
Que ¿cómo lo hago?
Tengo un secreto:
Cuando se apaga el día y el pequeño salvaje morfea, se esfuma mi energía y me derrito en el sofá. Entonces emerge él. Recoge la casa, apaga las luces, cierra la puerta con llave, me lleva a la cama... se pone una almendra de crema en las manos y me la extiende en los pies. Después se acuesta a mi vera y me abraza dándome las buenas noches.
Tengo los pies suaves.
Y el alma feliz.
Al guapo que vive conmigo.
Gracias.