miércoles, 15 de octubre de 2014

En buenas manos




    Hoy el mundo nos vigila porque ha transcendido que una compañera de profesión ha sufrido un accidente biológico y se debate entre la vida y la muerte. Hoy, no hay ningún trabajador de la salud que no tenga parte del corazón en esa habitación del Carlos III.
    Es cierto que la humildad y el miedo te abofetean la boca a diario en esta profesión y que son y serán otros cientos de riesgos los que nos tocará correr, que a todos nos han temblado las piernas más de una vez y que todos los que cuidamos a los demás nos sentimos tremendamente descuidados en los últimos años. Reconozco que no me adapto. No tengo banderas ni calculadoras, tan sólo un fonendo. No sé trabajar con el cinturón tan apretado.
    Pero a pesar de todo, hoy me siento profundamente orgullosa del colectivo al que pertenezco, colectivo que está consiguiendo que en este país, con un vacío de poder inmenso y una falta de medios atroz, nos podamos llegar a sentir todavía en buenas manos.
  

sábado, 11 de octubre de 2014

Sin límites




    Así me siento cuando no te siento: libre.

    A veces me levanto y me congelo al reconocer tu presencia. ¿Cómo conseguía no recordar que existías? Me toca hacerte frente. Otra vez...
Lucharte por dentro. Sufrirte por dentro. Siempre por dentro. A oscuras. Encadenada a ti.

    Pero sé que mañana no estarás.
    Te borraré también de mi mente para qué no haya ni rastro de ti, del dolor que me causas. A pesar de llevarte tatuada en mi piel, volveré a olvidarte.
    Me dibujaré la sonrisa. Rojo intenso.

    Y me juraré a mi misma no volver a sentirte, para volver a sentirme... libre.